03 mayo 2007
Dependencia
Llevo dos semanas sin coche. No sabía lo mucho que dependía de él hasta ahora. Creo que hasta me pone de mal humor.
Se supone que ayer empezaron a repararlo, pero aún tardarán unas cuantas semanas. (Nooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!) Snif, snif!!
¿No os pasa que cuando algo se estropea, parece como que muchas más cosas también se estropean? Veréis: Se escacharró el coche, la caldera funciona cuando quiere (tenemos que cambiarla, pero para cambiar la caldera hay que quitar el mueble de media cocina, o sea, gran rollo!), el monitor del ordenador de Lidia se ha quedado con la pantalla en negro, el reloj de la cocina ha dejado de funcionar (ni cambiando las pilas)... seguro que hay más cosas, pero con las que he citado ya voy loca.
Normalidad, ¿dónde te has metido?
Bueno, a ver si me pongo de mejor humor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Estoy convencido de que las cosas tienen su corazoncito y a veces -cuando peor nos va- nos pagan viejos rencores. He tenido experiencias paranormales como las que cuentas (¿el mundo se ha vuelto en mi contra?) y el único consuelo es saber que todo es pasajero. Así que aprovecha para andar, ducharte con agua fría, etc.
Lo malo de los avances es que nos acostumbramos pronto a lo "bueno" (entiéndase cómodo). Siento lo del coche, pero me alegro de que quedara sólo en un susto.
La ducha con agua fría la llevo fatal. (Qué habrán pensado los vecinos el día que me puse a gritar al sentir el agua gélida sobre mi espalda?). Ir en bici lo llevo mejor, aunque los primeros días cuesta hacer callo... ejem!
Estoy un pelín más animada. Eso sí.
Publicar un comentario